Unamuno nos pone frente a frente con una de las pasiones humanas más viles y destructivas: La envidia.
Joaquín y Abel son amigos íntimos desde la infancia y ya desde el instituto Joaquín quiere tener y ser todo lo que representa Abel. Abel es un muchacho popular entre los compañeros, simpático, al que le encanta la pintura y mucho menos los libros. Joaquín por el contrario es aplicado y estudioso, pero no goza del encanto y la simpatía de Abel.
Unamuno hace una magnífica radiografía de esta pasión malsana que se apodera de Joaquín y que desgraciadamente está presente en todas las sociedades. La envidia llevará a Joaquín a la destrucción personal y la de su entorno más próximo, Abel y su propia familia.
En fin, la historia bíblica de Caín y Abel transportada a la época contemporánea con la mano maestra de Miguel de Unamuno.