7 JUL 2020
23 MAY 2020 · El mundo de Marjorie Agosín se despliega ante nuestros ojos en inglés y en español con esa desenvoltura característica de los continentes americanos que, muy a pesar del Hombre Blanco (de su casa, blanca) han sido y seguirán siendo vasos comunicantes.
Bibliotecas y tigres que deambulan por ellas, madejas de incertidumbre que nos aglutinan, nieblas hechiceras de madrugadas y despertares, claridades fugitivas de ocasos, el amor y la espera, las vasijas llenas y los ojos vacíos… Todo ello habita el mundo de Marjorie, que os espera. [Texto: Catalina Iliescu]
23 MAY 2020 · Amar es desear el bien del ser amado y, con él, el propio bien. Es el único egoísmo justificable porque implica un bienestar ajeno, además de que cuanto mayor es el amor más noble y grande es la mutua generosidad de los amantes. El amor es el yo más solidario que se pueda encontrar: ama por naturaleza, no por interés; y recibe mayor felicidad cuanta más felicidad da.
Aquellos que aman y no luchan por vencer a quienes les hacen la competencia parecen gritar que no les importa perder al ser amado, pues su falta de lucha proclama su escaso interés o su cobardía para defender lo que desean.
Hay quienes saben aliviar el sufrimiento ajeno, aun a costa del propio, y hay quienes no saben acrecentar la alegría de los demás. La causa es adivinable: aliviar el mal siempre supone una victoria, no aumentar el bien parece una derrota; quien se toma la vida como una competición teme el fracaso y su temor le impide triunfar: gozar de su triunfo y donárselo a aquellos que ama.
Quien ama de verdad no tiene miedo al fracaso; y si lo teme lo vence porque prefiere alegrar a quien ama con el amor que le otorga. Así que, comoquiera que se mire, el amor es el único gigante parecido a un dios que existe sobre la Tierra. [Texto: Antonio Gracia]
Antonio Gracia
10 MAY 2020 · Criar gallinas para tener huevos. Eso es lo que requiere la lógica. Pero nada obedece a la lógica en el jardín de Domnica Radulescu, este jardín del Edén donde un hombre y una mujer comienzan de nuevo. Sin embargo, no son Eva y Adán, sino Lili y Ben, no son marido y mujer, sino madre e hijo, porque la maternidad es un vínculo más estrecho, lo suficientemente fuerte como para una carga tan pesada como recrear a la humanidad, dando a luz una organización más razonable que rechaza las guerras, no deja que sus semejantes mueran de hambre, no permite derramamientos de sangre.
Curiosamente, en el jardín distópico de Domnica Radulescu es abril, ¡como en nuestra cuarentena! El veredicto "abril es el mes más cruel" se hace eco de la tristeza de un poeta que anhela "nieves olvidadizas" en su tierra (baldía), en vez del renacer primaveral de las criaturas y los sentimientos, aceptándose, mezclándose y retozando.
El huevo, metáfora de la vida, del comienzo, de la renovación, pero también lado más visible de la maternidad, del cual el útero es solo una sinécdoque, resuelve la trama. El "viejo mundo" había sucumbido a las guerras por la comida, inundaciones, sequías y (otra premonición), a una "enfermedad planetaria que acabó con todo". El amor de Domnica Radulescu por los idiomas del mundo aparece en los muchos nombres del huevo, junto con los colores, tamaños y recuerdos que despierta. De alguna manera, esta historia parece sugerir que el conocimiento de lenguas que posee esta pareja es precisamente lo que les ayuda a repoblar el planeta devastado. (Catalina Iliescu)
10 MAY 2020 · Cómo la muerte de mi abuela me hizo amarme de nuevo por Amy Oestreicher les hará estremecerse y reflexionar. No está mal para estos tiempos de cuarentena. Emana ternura, nostalgia, dolor y catarsis. El lector pasa por todas estas etapas para finalmente comprender la magnitud que los sentimientos y las enseñanzas de la infancia alcanzan en nuestras vidas, sin importar si tenemos o no la conciencia y la sinceridad para reconocerlo. Amy Oestreicher las tiene. En las palabras de la escritora estadounidense Domnica Radulescu, la historia es "absolutamente desgarradora y exquisita ... y tan poderosa". De hecho, el umbral entre la vida ficticia y la ficción viviente es tan delgado en Cómo mi abuela me hizo quererme a mí misma de nuevo que deja de ser una preocupación. La atención del público se desplaza hacia cómo digerir una experiencia cercana a la muerte regurgitando la supervivencia al campo de concentración en un período de vida tan corto. En literatura, el tiempo se contrae y se expande y todo es posible. Al parecer, en la vida también. Amy Oestreicher nos enseña cómo.
29 APR 2020 · De todo lo que leemos a diario, ¿qué recordamos? Pequeños destellos cuya vida útil acaba en cuanto nos hayan servido para una conversación (de balcón) con la vecina de enfrente, o para descubrir el significado de algún meme que ocupa la pantalla de nuestro teléfono y de nuestro disco óptico por un instante. Según reza algún principio cognitivo, toda información nueva reemplaza (por tanto borra) información antigua, salvo que esta cuente con algún tipo de anclaje. Los noticieros, cual espermatozoides, se abalanzan sobre nuestras neuronas e intentan fecundarlas. Su vida depende de su capacidad de retener nuestra atención, de alimentarnos con nuevos datos como al insaciable Minotauro. Si no, al resetearse la máquina, desvanecerán engullidos. Por suerte, la literatura, la buena, permanece, porque su sistema circulatorio es emocional. Decía Ernesto Sabato en su Túnel: “ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente, ni por qué”. En este terreno inefable, la historia que están a punto de escuchar es de las que uno recuerda. Laberinto de Creta, cuyo arquitecto, a la vez que traza los grandes bloques que han de flanquear nuestro itinerario, se asegura de dotarnos de un hilo de metáforas seductoras (ojos que se ovillan “timent mundi” y se desparraman sin el cobijo del cristal), didascalias llenas de humor (contestó sintiéndose desaprovechado por tener que dar una respuesta tan obvia) y apartes ingeniosos, con perfume de Colmena, como el método para determinar el número mínimo de cafés previos según una variable decisoria como la madre. Si tienen ganas de más, lean “El fin del mundo” de Javier Prieto de Paula (Editorial Espuela de Plata), o mejor: pídanle a él que los lea.
26 APR 2020 · Del volumen LA LOCA DE LA CASA, Rosa Montero nos regala un fragmento de su cuarto relato. Confieso que, aunque lo había leído, al escuchar la voz de Rosa, el cuento es otro. Puede que sea deformación profesional, pues los intérpretes desarrollamos más la comprensión auditiva, pero las erres que Rosa debió de cuidar desde pequeña para decir bien su nombre, aunque Shakespeare se fijara más en la dulzura de la flor (what’s in a name?), la cadencia de la lectura, las inflexiones, las pausas y la calma pacífica del… Pacífico, nos hacen literalmente sentir, ver, oler y sobre todo, escuchar esa respiración oceánica, ese aliento primordial.
Las historias que lo componen son escenas de vida de la frontera entre ficción y recuerdo (¿qué literatura no lo es?) pero al mismo tiempo son metáforas de la escritura. Rosa se hizo amiga de la loca de la casa hace mucho tiempo. Y como tal, nos guía por ese espacio suficientemente amplio (esta remarca se debe a la cuarentena) para que quepan en él todos los sueños, los amores, los encuentros felices y fallidos, las batallas contra las desidias y la insidias, los desnudos del alma, indecorosos o no, y suficientemente estrecho para que su singularidad literaria e imagística no se desdibuje. De la mano de Rosa Montero y con la voz de la loca de fondo, haciendo eco, nos adentramos en esta casa en la que reina la literatura y en la que los álbumes de fotos de familia contienen a Goethe y a Wilde, a Capote y a Melville, a Rimbaud y a Italo Calvino…
17 APR 2020 · Hace unos días, el amigo Horia Barna me pasó por whatsapp un texto con un título que sospeché más largo de lo que se podía ver en la pantalla de mi teléfono: Plimbare prin Parisul (Paseo por un París), pero aun así, hubo dos cosas que me hicieron leer (a pesar de la avalancha de mensajes que desde el estado de alarma te dejan agotado si entras en su espiral). Una, venía de Horia y dos, ¡Paris bien vale una misa! A la segunda línea, como todos vosotros, ya sabía de quien era esa escritura, aunque el nombre del autor aparecía solo al final. Esa incursión literaria y pictórica, intertextual e intermodal, que despierta recuerdos del París de Cortázar, pero también del de Charlie Hebdo, esa capacidad de plantear escenarios abominables con el candor de la metáfora y la naturalidad descriptiva de un día cualquiera, un día en el que no pasa LITERALMENTE nada, ni nadie, salvo en la mente de Visniec donde pasa de todo, pues sale dos horas a la calle y ve el mayor escenario de teatro jamás imaginado. ¿No es un lujo y una delicia? No, sin la respiración del público. Sin el “rhubarb” de los extras. La idea más aterradora que atraviesa este relato es una ciudad vacía por fuera y vacía por dentro. (Texto: C. Iliescu)
Explicit
13 APR 2020 · Tras cinco años de vivir en Barcelona, Gabriel García Márquez tuvo un extraño sueño, que relata en el prólogo de Doce cuentos peregrinos. Soñó que asistía a su propio entierro, “caminando entre un grupo de amigos vestidos de un luto solemne, pero con un ánimo de fiesta.” El personaje principal de la historia de Francesc Sanguino, a la que da nombre, que, a su vez, lo hace con el libro entero, Violeta, nos traslada a esa época en la que nuestra generación descubría el realismo mágico de los escritores latinoamericanos. El encuentro con Violeta no es un déjà vu, pues ella habla, piensa y se comporta con la frescura y autenticidad que se esperan de un relato de juventud, pero de no ser por la fecha de publicación, bien podríamos asumirla de un Sanguino revisitante hoy de lo real maravilloso que nos marcó de por vida como lectores, y, a los más agraciados, como escritores. La deliberada aglomeración de nombres (Violeta, Luis, Ernesto, Jacinto, Rosa, Julia), disparada en el primer medio minuto, reto cognitivo y estético, lleva atribuida una secuencia gráfica más tarde vinculada a cada uno de ellos (pulsera de oro, viaje a Portugal, reconciliación, cartas pasadas). Como una Clara de la novela de debut de Isabel Allende, Violeta es capaz de ver “la estela del coche blanco”, o al hombre del sombrero jugando con su Zipo apoyado en esa esquina que nos es familiar de algunas pinturas, algunos sueños y algunas películas. El cuento de Francesc Sanguino nos confirma que no miramos lo suficiente el parpadeo de una musaraña, ni el arqueo espontáneo de la espalda de un lagarto.
Explicit
10 APR 2020 · “Un poema en prosa tras el que se adivina un “cuento”, una historia de amor y desamor, tan enraizados ambos en la Humanidad” es la definición que el propio autor exhala, una vez acabada la lectura intimista que comparte, generoso, con nosotr@s. En Carta de amor para quien no me ama los amantes no se juntan en la plenitud y placidez de su amor. No tiene un final feliz. ¿O sí? “Si me hubieses amado, nada hubiese yo escrito” es todo un manifiesto vital, que, junto con el amor cósmico de los románticos y el plomizo de los modernistas, que se entrecruzan en este cuento-carta, nos da la dimensión existencial de esta confesión incisa con cincel de cobalto en la pirámide del cielo, pero también enardecidamente vivida en la tierra, donde los labios tienen forma de beso y donde el amor, lágrima exhumante, da vida y no pena, como dicen los libros. Escuchad la carta. Escuchadla en silencio. No apta para todos los públicos. Se desnudan almas.
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