Una compañía platónica. Salva Sánchez
"Nunca me arrepentiré de los versos que te dedico, aunque no los leas, sé de alguna manera que entiendes lo que te quiero decir. Tu blanquecina mirada siempre fue la misma desde que te consideré por primera vez; apacible, pálida e incluso fría, pero conmovedora, con un significado enigmático. Supe entonces que encontré lo que buscaba; un amor imposible, intocable, invisible. No capitulé, seguí escribiéndote; pero seguías sin leerme. Trataba de convencerte de cómo tus hermosos lunares te otorgaban un aspecto infantil y travieso.
Tristemente nunca contestaste, continuaste con la misma mirada. Ficticio, abstracto, inalcanzable, pensé rendido.
Cada noche me alejo de mi desamparo y salgo a buscarte. Me encuentro entonces mirándote confuso. No importa que no te entienda, Luna, nuestros caminos llevan al mismo destino: combatir contra nuestro sentimientos de soledad y culpabilidad. Algún día osaré a visitarte y dejaré de escribirte."