Había una vez un señor que esperaba a su amor sentado en un banco de madera junto al metro Quintana en la calle Alcalá de Madrid. Todos los días, sin falta, se sentaba en el mismo banco y esperaba pacientemente a que ella regresara. Pero un día, algo extraño sucedió. Su amor se perdió en la calle Alcalá y nunca regresó. El señor se quedó trastornado por la pérdida y continuó sentado en el mismo banco, esperando y esperando, día tras día. La gente que pasaba por la calle Alcalá comenzó a notar al señor sentado en el banco día tras día, y algunos incluso comenzaron a preocuparse por él. Pero él nunca hablaba con nadie, simplemente se sentaba allí, mirando hacia el horizonte con una expresión triste en su rostro. Con el tiempo, el señor comenzó a mostrar signos de envejecimiento, pero aún así, nunca dejó de esperar a su amor en el mismo banco de madera junto al metro Quintana. La gente comenzó a llamarlo "el hombre del banco" y su historia se convirtió en una leyenda urbana en la calle Alcalá. Aunque nunca se supo qué le sucedió a su amor, el señor siguió sentado en su banco hasta el final de sus días. Y aunque nunca encontró la paz o la felicidad que anhelaba, su amor por ella nunca se desvaneció, y su historia se convirtió en una inspiración para aquellos que pasaban por la calle Alcalá y lo veían sentado allí, esperando.