La ERA digital llegó para quedarse.

La aceleración de esta era obedece en gran parte a la pandemia de la Covid-19 que sembró la idea de la digitalización en muchos aspectos de nuestra vida. Se gestó un criterio de responsabilidad. Este es la nueva noción moral y/o ética.

El siglo XXI es de responsabilidad. De ética.  Por eso el derecho penal muta su respuesta a una idea más central de responsabilidad, que se aleja de culpabilidad.

En materia de Compliance y de responsabilidad penal de las personas jurídicas ya se nota el síntoma de abandono de la dogmática por su agotamiento, por ejemplo, las causales de atenuación y agravación de las personas jurídicas en su responsabilidad penal no hacen uso de antijuridicidad y culpabilidad. No es relevante, están por fuera de estas. 

Así las cosas. Se nota que la estampida para resolver los desafíos nuevos es otra mirada que encaje mejor con la ética y está es la herramienta pragmática que es ética, legítima y atiende el bien común.

La era digital nos muestra ese camino. Una visión dogmática es insuficiente para enfrentar desafíos digitales.