Josué-049 El tesoro de Jericó

Mar 9, 2023 · 8m 13s
Josué-049 El tesoro de Jericó
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Si has leído la historia de la conquista de Jericó, habrás pensado que el único tesoro posible en Jericó sería el tesoro que escondió Acán, y por el cual vino...

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Si has leído la historia de la conquista de Jericó, habrás pensado que el único tesoro posible en Jericó sería el tesoro que escondió Acán, y por el cual vino gran pérdida para el pueblo. Pero lo cierto es que hubo un tesoro más precioso que se encontró en Jericó, y que pudieron guardar sin castigo alguno. Dios había encontrado en la ciudad de Jericó personas que temían al nombre de Dios y quisieron unirse al pueblo de Dios y preservar su vida terrenal, al mismo tiempo que aseguraban su vida eterna. Quisiera hablar de este tesoro, un tesoro humano encontrado en la ciudad de Jericó.

Cuando los dos espías habían ido a inspeccionar la tierra, se adentraron a la ciudad de Jericó para calcular la dificultad de tomar la ciudad. Los espías entraron a hospedarse a la posada que estaba en el muro de la ciudad, la casa de una mujer de mala fama. Al llegar la noticia de que estos forasteros estaban ahí, el rey de Jericó fue en busca de los dos espías hebreos para detenerlos.

Rahab, que había oído de los israelitas y las maravillas que Dios había hecho, sintió la necesidad de esconder a los espías para que el rey de Jericó no los encontrara, y así les salvó la vida. Rahab sabía que el pueblo de Israel venía hacia la ciudad. Sabía que el Dios viviente era el que los protegía y los fortalecía.

Josué 2: 9-13 nos narra las palabras de Rahab:
“Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte.”


Rahab tenía muy claro del lado de quién quería estar. El rey de Jericó y todo el pueblo habían oído las hazañas del pueblo de Israel y el poder del Dios altísimo, pero su reacción fue perseguir a los espías y prepararse para la guerra.

La historia nos narra en Josué 6 cómo Dios salvó la vida de Rahab y la de sus padres y hermanos y demás familiares.

Esa noche, después de que los soldados hubieran desistido de buscarlos, salieron de la ciudad, bajando por el muro con la ayuda de una cuerda.

Los espías le pidieron a Rahab que cuando viera que el ejército se acercaba a la ciudad, que colgara la misma cuerda por la ventana que estaba en el muro, y le prometieron que todo el que se hallara en su casa en ese momento sería salvo.


Me hace pensar en el arca que Noé construyó. Había ahí mucho sitio para todo el que creyera la palabra de Dios por medio de Noé y entrara en el arca. Y vimos que en esa ocasión solo ocho personas, los hijos de Noé y sus esposas, creyeron y se refugiaron en el plan de Dios.

En esta ocasión, en el capítulo 6 leemos el relato de la conquista de Jericó. Dios pidió a Josué que rodearan la ciudad de Jericó para tomarla. Durante siete días, los sacerdotes llevarían el arca del pacto alrededor de los muros de la ciudad, con siete sacerdotes marchando delante del arca con bocinas de cuerno de carnero.
“Y los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas sonaban continuamente.” Josué 6: 9

Durante siete días consecutivos hicieron esto, rodeando la ciudad. El séptimo día, nos cuenta Josué, “se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces.
Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad.”

Todo lo que había en la ciudad fue considerado anatema, esto es, maldito, y no podrían aprovechar nada de lo que allí hubiera. Dice el versículo 18: “Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis.”

Todo debía ser destruido, mas Josué da las instrucciones sobre el tesoro que el pueblo encontraría en Jericó y sí podría preservar. Los metales preciosos serían consagrados a Dios para el tesoro de Jehová,

“Y solamente Rahab la ramera vivirá, dijo Josué, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos.”

Rahab había conseguido que toda su parentela se reuniera en su casa ese día, habiendo confiado en la Palabra de Dios. Dice el texto que “los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los pusieron fuera del campamento de Israel.”
“Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.” Narra Josué.

Y es que Dios ofrece salvación, no necesariamente a los de buen nombre o de buena posición. Dios ofrece salvación a todo el que cree en Él y se creyendo, obedece sus instrucciones por la fe. Nos dice el libro a los Hebreos y la carta de Santiago en el nuevo testamento que Rahab creyó a Dios, y por eso escondió a los espías. Su fe en Dios la llevó a actuar, incluso si esto significaba arriesgar su vida.

Veremos en las Escrituras más adelante que Dios escogió a Rahab para ser parte de la linea genealógica de la que vendría el rey David, y más tarde el Mesías. Solo Dios puede tomar una vida de esclavitud al pecado y convertirla en una vida de victoria, por medio de la cual la salvación vendría a este mundo. Así es la gracia de Dios.

Yo doy gracias a Dios por haberme mirado a mí, por haber dado a su hijo en mi lugar para que yo pueda disfrutar vida eterna en Él. Así es la gracia de Dios.
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Author David y Maribel
Organization David y Maribel
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