Gálatas-118 La carne y el Espíritu
Jun 27, 2024 ·
5m 16s
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La carne y el Espíritu Hay una gran diferencia entre una persona que vive la vida en la carne y una que vive en el Espíritu. Hemos podido ver que...
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La carne y el Espíritu
Hay una gran diferencia entre una persona que vive la vida en la carne y una que vive en el Espíritu. Hemos podido ver que gracias a la obra de Cristo en la cruz, somos libres de la ley. Si la ley nos esclaviza, Cristo nos libera. Más como Pablo explica en sus cartas, todavía encontramos una ley natural, y es que el mal sigue morando en nuestro ser cuando no estamos viviendo consciente y activamente en el poder del Espititu Santo que mora en nosotros tras la redención. En los capítulos 5 y 6 de Gálatas, encontramos una clara distinción entre las obras naturales de la carne y las obras naturales del Espíritu. Y nosotros, en Cristo, podemos vivir desechando unas para practicar las otras. La pregunta es cuales vamos a desecahr y cuáles vamos a practicar. Leamos los versículos en Gálatas 5:13-6:5 para poder meditar en lo que la Biblia nos enseña. Pablo comienza con una exhortación—una afirmación de lo que ha ocurrido en nuestras vidas y el peligro de tomar a la ligera la gran obra de transformación que el Señor quiere llevar a cabo en nuestras vidas. Dice así:
“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Llama la atención encontrar en la lista algunos de los pecados que más fácilmente justificamos entre aquellos pecados que consideramos más serios. Consideramos algunos peores que otros, más Dios ve todas las desviaciones de su voluntad como pecado, incluso aquellas que consideramos más pasables.
Pero continúa el apóstol con una lista de características que podemos disfrutar, porque son el resultado directo del Espíritu de Dios; solo tenemos que desechar las obras de la carne y permitir que el fruto natural del Espíritu brote en nuestras vidas.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
¿Qué ley podría condenarnos por mostrar gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre o templanza?
Asi que, vivamos libres para el Señor, como nos dice el texto:
“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Aceptemos el reto. Vivamos cada día desechando las obras de la carne, que incluyen enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas y disensiones,
Y disfrutemos del fruto dulce que el Espíritu puede producir en nuestras vidas.
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Hay una gran diferencia entre una persona que vive la vida en la carne y una que vive en el Espíritu. Hemos podido ver que gracias a la obra de Cristo en la cruz, somos libres de la ley. Si la ley nos esclaviza, Cristo nos libera. Más como Pablo explica en sus cartas, todavía encontramos una ley natural, y es que el mal sigue morando en nuestro ser cuando no estamos viviendo consciente y activamente en el poder del Espititu Santo que mora en nosotros tras la redención. En los capítulos 5 y 6 de Gálatas, encontramos una clara distinción entre las obras naturales de la carne y las obras naturales del Espíritu. Y nosotros, en Cristo, podemos vivir desechando unas para practicar las otras. La pregunta es cuales vamos a desecahr y cuáles vamos a practicar. Leamos los versículos en Gálatas 5:13-6:5 para poder meditar en lo que la Biblia nos enseña. Pablo comienza con una exhortación—una afirmación de lo que ha ocurrido en nuestras vidas y el peligro de tomar a la ligera la gran obra de transformación que el Señor quiere llevar a cabo en nuestras vidas. Dice así:
“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Llama la atención encontrar en la lista algunos de los pecados que más fácilmente justificamos entre aquellos pecados que consideramos más serios. Consideramos algunos peores que otros, más Dios ve todas las desviaciones de su voluntad como pecado, incluso aquellas que consideramos más pasables.
Pero continúa el apóstol con una lista de características que podemos disfrutar, porque son el resultado directo del Espíritu de Dios; solo tenemos que desechar las obras de la carne y permitir que el fruto natural del Espíritu brote en nuestras vidas.
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
¿Qué ley podría condenarnos por mostrar gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre o templanza?
Asi que, vivamos libres para el Señor, como nos dice el texto:
“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
Aceptemos el reto. Vivamos cada día desechando las obras de la carne, que incluyen enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas y disensiones,
Y disfrutemos del fruto dulce que el Espíritu puede producir en nuestras vidas.
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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