Evangelio Del Día Viernes 22 de Julio | María Magdalena y Jesús Resucitado | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 22 DE JULIO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XVI Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana...
show moreLITURGIA - 22 DE JULIO DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XVI Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Lectura del libro
del Cantar de los Cantares Can 3, 1-4b
Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9
Evangelio Juan 20, 1-2. 11-18
“Ve a mis hermanos y diles”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
¡Qué bonito es pensar que la primera aparición del Resucitado —según los Evangelios— sucedió de una forma tan personal! Que hay alguien que nos conoce, que ve nuestro sufrimiento y desilusión, que se conmueve por nosotros, y nos llama por nuestro nombre. Es una ley que encontramos esculpida en muchas páginas del Evangelio. En torno a Jesús hay muchas personas que buscan a Dios; pero la realidad más prodigiosa es que, mucho antes, está sobre todo Dios que se preocupa por nuestra vida, que la quiere revivir, y para hacer esto nos llama por nuestro nombre… (Audiencia general, 17 mayo 2017)
Reflexión del Evangelio de hoy (Sor Flora Mª Collado O. P.)
Búsqueda
A María Magdalena, cuya Fiesta litúrgica hoy celebramos con gozo, podemos considerarla, entre otras muchas cosas, como el prototipo de la persona que busca.
El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, por eso, aunque María Magdalena, sabía muerto a su Señor, al igual que la esposa del Cantar de los Cantares, lo leemos en la primera lectura, ella busca al amor de su alma, lo busca y no lo encuentra, y al perseverar en su empeño, consigue lo que anhela su alma.
Ella busca porque quiere volver a ver el cuerpo de aquel a quien ama, estar allí para tener la impresión de que también él sigue estando allí. Tiene necesidad de sentir su dulce presencia, y su corazón quiere reavivar el aliento de sus palabras.
También nosotros buscamos y en muchas ocasiones el resultado de este empeño es el vacío, la nada; pero hay que aprender a esperar contra toda esperanza.
De ahí que no podamos por menos que decir con el salmista: “Mi alma está sedienta de Ti, Señor Dios mío”
Encuentro
Como siempre, Dios nos primerea, nosotros buscamos y Él nos sale al encuentro. María Magdalena no se encontró con el Señor, fue Él quien salió a su encuentro. Aquí también, como la esposa del Cantar, al final la amada se encuentra con el Amado.
Pero antes de ello, Jesús interroga a María y también a nosotros: “¿por qué lloras? ¿a quién buscas?” Saber verdaderamente cuál es el motivo de nuestras lágrimas y el de nuestras búsquedas, esto es lo que pretende Jesús, que aceptemos nuestros deseos no siempre tan rectos como nos parecen.
De este modo María se topa con su realidad: ella busca a un Dios muerto, ya sin vida, queriendo verlo, tocarlo, estrecharlo…y sin darse cuenta Dios estaba ya en su corazón, por eso lo reconoció en el momento en que su nombre fue pronunciado por el Maestro: María.
Se cumple lo que dice el apocalipsis:
«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.»
María, como la esposa del Cantar de los Cantares, puede decir “encontré al amor de mi alma” pero cuando María se agarra a los pies de Jesús éste le dice: “No me retengas”, ahora María ya no puede decir lo de la esposa “le aprendí y ya no lo soltaré” y esta otra novedad del Evangelio.
Misión
“Ve a mis hermanos y diles” que sigo siendo el Dios con vosotros y también ahora, porque “subo a mi Padre y a vuestro Padre”, el Dios más allá de vosotros. Aprended que soy el Dios inmanente y el trascendente.
Este mandato “Ve y Diles” la convierte en la Apóstol de los Apóstoles. Y de esto aprendemos los cristianos que no podemos quedarnos en una piedad intimista; lo que hemos visto y oído, lo debemos anunciar; es ese contemplar y dar de lo contemplado, lo que nos distingue como creyentes en Cristo Jesús.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro del Cantar de los Cantares
Can 3, 1-4b
Esto dice la esposa:
“En mi lecho, por las noches,
a mi amado yo buscaba.
Lo busqué, pero fue en vano.
Me levantaré. Por las plazas
y barrios de la ciudad
buscaré al amor de mi alma.
Lo busqué, pero fue en vano.
Y me encontraron los guardias
de la ciudad, y les dije:
‘¿Qué no vieron a aquel que ama
mi alma?’ Y apenas se fueron,
encontré al amor de mi alma”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 20, 1-2. 11-18
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?” Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: “Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”. Jesús le dijo: “¡María!” Ella se volvió y exclamó: “¡Rabbuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: “Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’ ”.
María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.
Oración
Padre Celestial, tú que nos has creado por amor para hacernos participar un día de la vida eterna que tu Hijo Jesucristo nos consiguió con su muerte y resurrección, ayúdanos a ser fieles imitadores suyos, dejándonos guiar por el don del Espíritu Santo para que seamos dignos de participar de esa vida divina, viviendo en constante solidaridad y justicia con nuestros hermanos necesitados. Amén
Acción
El día de hoy, pensando en la vida eterna, seré solidario con algún hermano que sufre o tiene alguna necesidad concreta como pan, agua, vestido, atención.
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