Evangelio Del Día Sábado 17 de Septiembre | La Palabra Es La Semilla | Hoy en Oración

Sep 17, 2022 · 5m 42s
Evangelio Del Día Sábado 17 de Septiembre | La Palabra Es La Semilla | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 17 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXIV Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana...

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Evangelio Diario
LITURGIA - 17 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 15, 35-37. 42-49
Salmo 55
Evangelio Lucas 8, 4-15

“La guardan y dan fruto con perseverancia”

PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús nos invita hoy a mirarnos por dentro: a dar las gracias por nuestro terreno bueno y a seguir trabajando sobre los terrenos que todavía no son buenos. Preguntémonos si nuestro corazón está abierto a acoger con fe la semilla de la Palabra de Dios. Preguntémonos si nuestras piedras de la pereza son todavía numerosas y grandes; individuemos y llamemos por nombre a las zarzas de los vicios. Encontremos el valor de hacer una buena recuperación del suelo, una bonita recuperación de nuestro corazón, llevando al Señor en la Confesión y en la oración nuestras piedras y nuestras zarzas. (Ángelus, 16 julio 2017)


Reflexión del Evangelio de hoy (Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.)
Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible
Hay cosas “naturales” que no las comprendemos, pero las admitimos sin dificultad. Así, admitimos que el grano de trigo se transforme en espiga, pero desconocemos cómo sucede ese fenómeno.

Con las cosas “espirituales” sucede lo mismo. Por eso San Pablo en la lectura de hoy pone el ejemplo de lo que sucederá con los cuerpos resucitados,
No nos ofrece una explicación de ese acontecer porque no la tiene. Pero sí nos ofrece un hecho lleno de esperanza y pleno de realidad: “aunque no podamos explicar cómo suceerá, una cosa es segura: que resucitaremos porque la Palabra de Dios lo afirma así: “los muertos resucitarán”.
Y la resurrección afectará a todo nuestro ser, a todo lo que somos y sentimos. No será un “yo ideal” el que vivirá, sino nuestro propio ser en todas sus dimensiones. Ante la pregunta que se pueda hacer sobre ¿cómo será eso?, cabe la respuesta que la Palabra de Dios da en muchas ocasiones: “para Dios nada hay imposible; es suficiente con que lo creas y se realizará.

Da fruto perseverando
El Señor, que va caminando de ciudad en ciudad, siembra a voleo su Palabra de salvación. El protagonista de este pasaje es la semilla y no el sembrador. Frente al fracaso aparente, llegará a producir abundante cosecha en el futuro porque la fuerza de la semilla no puede ahogarse.

Si la lluvia y la nieve no vuelven vacías al cielo, la Palabra de Dios no puede perderse. Es verdad que depende de la acogida que se le dé. Pero el fruto está asegurado puesto que la semilla tiene gran fuerza en sí misma, aunque la fecundidad dependa del terreno en el que caiga. La Palabra salvadora de Dios se ofrece a todos los hombres, como la semilla que el sembrador esparce a voleo en su tierra,

Una parte de esa semilla no llega a dar fruto por “agentes externos” a la misma: los pájaros que la comen, las piedras que la entorpecen o las zarzas que le roban la sazón. A pesar de que hay varios tipos de oyentes en los que la semilla se va a perder, la parábola nos ofrece un verdadero mensaje de esperanza ya que dará abundante cosecha porque va a ser acogida con fe y alegría entre los “pobres”, “los pequeños”, “los pecadores”.

¿Cómo acogemos la semilla, qué clase de tierra somos, cómo la tratamos, cómo la cuidamos, cómo la defendemos?


LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 15, 35-37. 42-49
Hermanos: Hay algunos que preguntan: “¿Cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo van a tener?” Es que no se han puesto a pensar que el grano que se siembra tiene que morir, para que nazca la planta. Lo que se siembra no es la planta que va a brotar, sino solamente la semilla, por ejemplo, de trigo o de cualquier otra cosa.
Lo mismo sucede en la resurrección de los muertos: se siembra un cuerpo corruptible y resucita incorruptible; se siembra un cuerpo miserable y resucita glorioso; se siembra débil y resucita fuerte; se siembra un cuerpo puramente humano y resucita un cuerpo vivificado por el espíritu divino.
Pues si existe un cuerpo puramente humano, también existe un cuerpo vivificado por el espíritu. En efecto, la Escritura dice que el primer hombre, Adán, fue un ser que tuvo vida; el último Adán es espíritu que da la vida. Sin embargo, no existe primero lo vivificado por el Espíritu, sino lo puramente humano; lo vivificado por el Espíritu viene después.
El primer hombre, hecho de tierra, es terreno; el segundo viene del cielo. Como fue el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como es el hombre celestial, así serán los celestiales. Y del mismo modo que fuimos semejantes al hombre terreno, seremos también semejantes al hombre celestial.


EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 8, 4-15
En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola:
“Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno”. Dicho esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”
Entonces le preguntaron los discípulos: “¿Qué significa esta parábola?” Y él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
La parábola significa esto: la semilla es la palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia’’.
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