Evangelio Del Día Sábado 14 de Enero | Jesus Le Dijo: Sígueme | Hoy en Oración
Jan 14, 2023 ·
6m 47s
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Evangelio Diario LITURGIA - 14 DE ENERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde I Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo I I Semana...
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Evangelio Diario
LITURGIA - 14 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Verde
I Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo I
I Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 4, 12-16
Salmo 18
Evangelio Marcos 2, 13-17
“No necesitan del médico los sanos, sino los enfermos”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Todos somos pecadores, todos hemos pecado. Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira su pasado, la condición social, las convenciones exteriores, sino que más bien les abre un futuro nuevo. Una vez escuché un dicho bonito: «No hay santo sin pasado ni pecador sin futuro». Esto es lo que hace Jesús. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. Jesús no excluye a ningún pecador —¡ningún pecador es excluido!—. Llamando a los pecadores a su mesa, Él los cura restableciéndolos en aquella vocación que ellos creían perdida y que los fariseos han olvidado: la de invitados al banquete de Dios. Si los fariseos ven en los invitados sólo pecadores y rechazan sentarse con ellos, Jesús por el contrario les recuerda que también ellos son comensales de Dios. (Audiencia general del 13 de abril de 2016)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.)
La palabra de Dios es viva y eficaz
Llegamos al final de esta primera semana del tiempo ordinario, resonando en nuestros oídos la voz del Padre al tiempo del bautismo de Jesús en el Jordán: “Este es mi hijo muy amado, el predilecto.” Era la solemne presentación de Jesús ante Israel. Comenzamos ahora, durante el tiempo ordinario, a profundizar en las enseñanzas que él nos va proponiendo cada día.
La carta a los Hebreos, alienta a los convertidos del judaísmo a considerar quién es éste al cual se han adherido por la fe. La primera afirmación se centra en torno a la palabra de Dios. Es “viva y eficaz.” Por lo tanto, no es una palabra cualquiera. Si a los padres Dios les ha hablado de muchas maneras por medio de los profetas, ahora lo ha hecho por medio de su mismo Hijo, la Palabra que estaba junto a Dios, que era Dios y por medio de la cual se ha hecho todo lo que existe. Por eso se dice que es viva. Juan dirá en el prólogo de su evangelio: en esta palabra había vida y la vida era la luz que alumbra a todo hombre, por eso es eficaz. Penetra profundamente llegando a la intimidad misma del ser humano. Esta penetración lo ilumina todo dejando al descubierto la realidad de cada uno. El objetivo no es avergonzar, sino sanar pensamientos, afectos y actuaciones. Allí alcanza la mirada misericordiosa de Dios, al que solamente mueve el amor y por amor levanta al ser humano.
Y frente a los recuerdos nostálgicos del culto de la antigua alianza, pone de relieve el sacerdocio de Cristo, nuevo y definitivo; superior en todo al conferido a Aarón. La firmeza de la confesión de fe procede de la excelencia de aquél, que por ser Hijo de Dios, ha penetrado en el Santuario de una vez para siempre y por el cual se ha derramado la misericordia de Dios y comunicado el auxilio necesario para vivir en su seguimiento.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
La antífona del salmo, que repetimos, recoge como una síntesis, lo que hemos escuchado en la carta a los Hebreos y lo que a continuación nos dirá Jesús, mientras come en casa de Leví: “No necesitan médico los sanos sino los enfermos.” Y esto lleva a recapacitar sobre el verdadero alcance de la antífona “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.” Y cuando el espíritu de la ley se pierde, se pierde también el sentido de la vida. Es lo que ponen de manifiesto los escribas de los fariseos. Ceñidos a la letra de la ley y poniendo la razón de su existencia en la letra, dejaron de lado el espíritu, por lo mismo no alcanzan a ver lo que está ocurriendo ante sus ojos. Un pietismo que no hunde sus raíces en el amor de Dios. La consecuencia es el rigorismo estéril, que ni ayuda a crecer a la persona, ni permite el crecimiento de los otros.
¿Por qué come con publicanos y pecadores?
Jesús llama a Levi, que estaba centrado en su ocupación, la cobranza de los impuestos, invitándolo a seguirle. Irse con él es aceptar la transformación que ocurre en quien responde con un sí. Ha escuchado y se aventura con él. Un encuentro y comunión integrador. Incorporado al grupo en torno a la mesa, muchos publicanos y pecadores se sientan con ellos a la misma mesa. Lo que Jesús ha hecho se convierte en norma. Es el espíritu de la ley. Los pequeños, los marginados, los señalados como pecadores, entienden el alcance de lo que Jesús realiza y se abren a la experiencia de esta Palabra que comunica el Espíritu y da vida.
San Juan en el prólogo de su evangelio indicará la necesidad de pasar de la ley dada por medio de Moisés, a la “gracia y la verdad” que han sido dadas por medio de Jesucristo. Esto es lo que se escapa a la mirada de los apegados a la letra de la ley. Una comprensión petrificada de la ley, que no es capaz ya de dinamizar al que la cumple yendo más allá de los enunciados.
Bajo la guía del Espíritu se va comprendiendo la profunda regeneración del ser humano al entrar en comunión con Jesucristo, la Palabra eterna salida de la boca del Padre. Y la comprensión no se queda solamente en la racionalidad, sino que penetra en la existencia misma, para generar un modo de pensar, sentir y actuar en todo conforme con Jesucristo.
No necesitan del médico los sanos, sino los enfermos
Y frente a la incomprensión de los seguidores de la ley, la respuesta de Jesús clarifica la misma ley. Pues la cercanía de Dios busca la sanación del ser humano, sin hacer distinciones y, desde luego, rechazando el rigorismo y la falta de misericordia. Sale al paso de una falsa espiritualidad, que nada tiene que ver con lo repetido en la antífona del salmo: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.”
Cabe preguntarse, por tanto, ¿cómo ilumina nuestra realidad esta palabra que hoy se nos ofrece? ¿Cómo reaccionamos ante las actuaciones de Dios en nuestros días y en nuestra vida?
LECTURA DEL DÍA
De la Carta a los hebreos (Heb 4, 12-16)
Hermanos: La palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos. Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la médula de los huesos, y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. Toda creatura es transparente para ella. Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de Aquel a quien debemos rendir cuentas.
Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote que ha entrado en el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.
Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza, al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
EVANGELIO DEL DÍA
Del Evangelio según san Marcos (Mc 2, 13-17)
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y Él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?”
Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”., en camino, excluido, cura, banquete, publicanos, transformación. Encuentro, comunión, gracia, verdad, medico, sanos, enfermos.
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LITURGIA - 14 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Verde
I Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo I
I Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 4, 12-16
Salmo 18
Evangelio Marcos 2, 13-17
“No necesitan del médico los sanos, sino los enfermos”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Todos somos pecadores, todos hemos pecado. Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira su pasado, la condición social, las convenciones exteriores, sino que más bien les abre un futuro nuevo. Una vez escuché un dicho bonito: «No hay santo sin pasado ni pecador sin futuro». Esto es lo que hace Jesús. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. Jesús no excluye a ningún pecador —¡ningún pecador es excluido!—. Llamando a los pecadores a su mesa, Él los cura restableciéndolos en aquella vocación que ellos creían perdida y que los fariseos han olvidado: la de invitados al banquete de Dios. Si los fariseos ven en los invitados sólo pecadores y rechazan sentarse con ellos, Jesús por el contrario les recuerda que también ellos son comensales de Dios. (Audiencia general del 13 de abril de 2016)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fr. Antonio Bueno Espinar O.P.)
La palabra de Dios es viva y eficaz
Llegamos al final de esta primera semana del tiempo ordinario, resonando en nuestros oídos la voz del Padre al tiempo del bautismo de Jesús en el Jordán: “Este es mi hijo muy amado, el predilecto.” Era la solemne presentación de Jesús ante Israel. Comenzamos ahora, durante el tiempo ordinario, a profundizar en las enseñanzas que él nos va proponiendo cada día.
La carta a los Hebreos, alienta a los convertidos del judaísmo a considerar quién es éste al cual se han adherido por la fe. La primera afirmación se centra en torno a la palabra de Dios. Es “viva y eficaz.” Por lo tanto, no es una palabra cualquiera. Si a los padres Dios les ha hablado de muchas maneras por medio de los profetas, ahora lo ha hecho por medio de su mismo Hijo, la Palabra que estaba junto a Dios, que era Dios y por medio de la cual se ha hecho todo lo que existe. Por eso se dice que es viva. Juan dirá en el prólogo de su evangelio: en esta palabra había vida y la vida era la luz que alumbra a todo hombre, por eso es eficaz. Penetra profundamente llegando a la intimidad misma del ser humano. Esta penetración lo ilumina todo dejando al descubierto la realidad de cada uno. El objetivo no es avergonzar, sino sanar pensamientos, afectos y actuaciones. Allí alcanza la mirada misericordiosa de Dios, al que solamente mueve el amor y por amor levanta al ser humano.
Y frente a los recuerdos nostálgicos del culto de la antigua alianza, pone de relieve el sacerdocio de Cristo, nuevo y definitivo; superior en todo al conferido a Aarón. La firmeza de la confesión de fe procede de la excelencia de aquél, que por ser Hijo de Dios, ha penetrado en el Santuario de una vez para siempre y por el cual se ha derramado la misericordia de Dios y comunicado el auxilio necesario para vivir en su seguimiento.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
La antífona del salmo, que repetimos, recoge como una síntesis, lo que hemos escuchado en la carta a los Hebreos y lo que a continuación nos dirá Jesús, mientras come en casa de Leví: “No necesitan médico los sanos sino los enfermos.” Y esto lleva a recapacitar sobre el verdadero alcance de la antífona “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.” Y cuando el espíritu de la ley se pierde, se pierde también el sentido de la vida. Es lo que ponen de manifiesto los escribas de los fariseos. Ceñidos a la letra de la ley y poniendo la razón de su existencia en la letra, dejaron de lado el espíritu, por lo mismo no alcanzan a ver lo que está ocurriendo ante sus ojos. Un pietismo que no hunde sus raíces en el amor de Dios. La consecuencia es el rigorismo estéril, que ni ayuda a crecer a la persona, ni permite el crecimiento de los otros.
¿Por qué come con publicanos y pecadores?
Jesús llama a Levi, que estaba centrado en su ocupación, la cobranza de los impuestos, invitándolo a seguirle. Irse con él es aceptar la transformación que ocurre en quien responde con un sí. Ha escuchado y se aventura con él. Un encuentro y comunión integrador. Incorporado al grupo en torno a la mesa, muchos publicanos y pecadores se sientan con ellos a la misma mesa. Lo que Jesús ha hecho se convierte en norma. Es el espíritu de la ley. Los pequeños, los marginados, los señalados como pecadores, entienden el alcance de lo que Jesús realiza y se abren a la experiencia de esta Palabra que comunica el Espíritu y da vida.
San Juan en el prólogo de su evangelio indicará la necesidad de pasar de la ley dada por medio de Moisés, a la “gracia y la verdad” que han sido dadas por medio de Jesucristo. Esto es lo que se escapa a la mirada de los apegados a la letra de la ley. Una comprensión petrificada de la ley, que no es capaz ya de dinamizar al que la cumple yendo más allá de los enunciados.
Bajo la guía del Espíritu se va comprendiendo la profunda regeneración del ser humano al entrar en comunión con Jesucristo, la Palabra eterna salida de la boca del Padre. Y la comprensión no se queda solamente en la racionalidad, sino que penetra en la existencia misma, para generar un modo de pensar, sentir y actuar en todo conforme con Jesucristo.
No necesitan del médico los sanos, sino los enfermos
Y frente a la incomprensión de los seguidores de la ley, la respuesta de Jesús clarifica la misma ley. Pues la cercanía de Dios busca la sanación del ser humano, sin hacer distinciones y, desde luego, rechazando el rigorismo y la falta de misericordia. Sale al paso de una falsa espiritualidad, que nada tiene que ver con lo repetido en la antífona del salmo: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.”
Cabe preguntarse, por tanto, ¿cómo ilumina nuestra realidad esta palabra que hoy se nos ofrece? ¿Cómo reaccionamos ante las actuaciones de Dios en nuestros días y en nuestra vida?
LECTURA DEL DÍA
De la Carta a los hebreos (Heb 4, 12-16)
Hermanos: La palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos. Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la médula de los huesos, y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. Toda creatura es transparente para ella. Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de Aquel a quien debemos rendir cuentas.
Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote que ha entrado en el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.
Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza, al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
EVANGELIO DEL DÍA
Del Evangelio según san Marcos (Mc 2, 13-17)
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y Él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?”
Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”., en camino, excluido, cura, banquete, publicanos, transformación. Encuentro, comunión, gracia, verdad, medico, sanos, enfermos.
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