Evangelio Del Día Miércoles 18 de Enero | Que Es Lo Importante | Hoy en Oración
Jan 18, 2023 ·
7m 57s
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Evangelio Diario LITURGIA - 18 DE ENERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde I Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo I I Semana...
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Evangelio Diario
LITURGIA - 18 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Verde
I Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo I
I Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 2, 14-18
Salmo 104
Evangelio Marcos 1, 29-39
“Extiende la mano”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Evangelio de la Liturgia de hoy muestra a algunos escribas y fariseos asombrados por la actitud de Jesús. (…) ¿Por qué Jesús no les presta atención? Porque para Él es importante llevar de nuevo la fe a su centro. Este llevar de nuevo la fe a su centro lo vemos continuamente en el Evangelio. Es preciso evitar un peligro que amenaza tanto a esos escribas como a nosotros: el de observar las formalidades externas dejando en un segundo plano el corazón de la fe. Muchas veces nosotros también nos “maquillamos” el alma. La formalidad exterior y no el corazón de la fe: esto es un riesgo. Es el riesgo de una religiosidad de la apariencia: aparentar ser bueno por fuera, descuidando purificar el corazón. Siempre existe la tentación de “arreglar nuestra relación con Dios” con alguna devoción externa, pero Jesús no está satisfecho con este culto. Jesús no quiere exterioridad, quiere una fe que llegue al corazón. (Ángelus del 29 de agosto de 2021)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.)
“Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”
Nos encontramos hoy ante un texto de la Escritura que me parece de difícil interpretación.
Con un lenguaje cultual al que no estamos acostumbrados, y sin que aparezca ni una sola vez el nombre de Jesús, resulta complicado situarnos en el sentido que puede tener la mención a Melquisedec, casi un perfecto desconocido.
No queda, pues, otra salida que leer y releer con detenimiento el capítulo 7 de la carta a los Hebreos, para intentar tener una idea del contexto en el que están insertos estos versículos y esperar de él alguna luz.
Por un lado el autor desvincula totalmente a Jesús del sacerdocio del pueblo de Israel, ejercido por la tribu de Leví, a la que Él no pertenece. Por otro lado, le vincula con un personaje muy anterior a la propia existencia del pueblo, del que no sabemos nada, pero que adquiere relevancia porque aparece en relación con Abraham, que le entrega los diezmos del botín logrado en sus batallas y recibe su bendición. Más importante, pues, que Abraham, el padre del pueblo. Alguien sin origen ni final conocidos, definido como sacerdote del Dios Altísimo, que le sirve para establecer un paralelismo con Jesús como el único y eterno sacerdote.
La intención parece muy clara. Aunque en los versículos que hoy escuchamos no le nombre, su objetivo es dejar claro que la salvación proviene exclusivamente de Jesús. No hay sacerdocio ni mediación que salve sino la suya. De una vez y para siempre. Sólo Él.
En un mundo poblado de gurús de todas clases, pongamos atención para no pretender buscar salvadores en forma de guías, maestros, consejeros o directores, padres y madres espirituales.
“Extiende la mano”
Estamos casi en los comienzos del evangelio de Marcos (capítulo 3) y Jesús se enfrenta ya a la oposición de los representantes religiosos de su pueblo.
La escena impresiona, por la tensión que subyace en el relato de Marcos, anunciada desde el comienzo. Jesús sabe que están esperando el momento propicio para poder acusarlo. Y este día lo tienen muy fácil. En la sinagoga hay una persona con una mano paralizada. Jesús viene realizando curaciones y será probable que también en esta ocasión lo haga, aunque sea sábado, y no esté permitido curar, según la interpretación de la ley que hacían sus contemporáneos.
Contemplamos la escena:
Jesús, al que le invade la ira por la dureza de corazón de sus paisanos, no cede ante el riesgo que corre. Cura al hombre de la mano paralizada. Tiene muy claro que lo que hay que hacer siempre es aquello que busca el bien y la salvación de las personas.
La gente que está en la sinagoga. Aquí ni siquiera nos dicen, como en otros pasajes, que quedaron asombrados y dieron gracias a Dios por la intervención de Jesús. El clima es hostil hacia Él. El prototipo de la “buenagente”, tan aferrados a las propias convicciones que se incapacitan para poder discernir el bien del mal, y convierten en mal el bien más precioso sólo porque no coincide con sus opciones, opiniones, puntos de vista… ¿Nos ocurre a nosotros, quizá, algo de esto?
La persona a la que Jesús cura. Alguien que, en principio, no ha pedido nada; que quizá prefería pasar desapercibido en aquel clima tenso… pero que accede a la petición de Jesús y se “expone”: Ponte ahí en medio.
De todos los que aquel día se encontraron con Jesús en la sinagoga, se diría que sólo a él le ha llegado la salvación. ¿Y nosotros? ¿queremos exponer nuestras zonas de parálisis, dejar que Jesús las toque y las sane?
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta a los Hebreos
Heb 7, 1-3. 15-17
Hermanos: Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, salió al encuentro de Abraham, cuando éste volvía de derrotar a los reyes, y lo bendijo. Abraham le dio entonces la décima parte de todo el botín.
El nombre de Melquisedec, significa rey de justicia y el título rey de Salem, significa rey de paz. No se mencionan ni su padre ni su madre, y aparece sin antepasados. Tampoco se encuentra el principio ni el fin de su vida. Es la figura del Hijo de Dios, y como él, permanece sacerdote para siempre.
En efecto, como Melquisedec, Jesucristo ha sido constituido sacerdote, en virtud de su propia vida indestructible y no por la ley, que señalaba que los sacerdotes fueran de la tribu de Leví. La palabra misma de Dios lo atestigua, cuando dice: Tú eres sacerdote para siempre, como Melquisedec.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 3, 1-6
En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”.
Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.
Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes, para matar a Jesús.
Oración
Señor, ¿cómo pudiera responder adecuadamente y con gratitud a aquello que has ganado para mí? Diste tu vida entera para hacerme partícipe de tu vida inmortal; lo único que se me ocurre es ofrecerte mi vida entera, sé que no es tan grande y poderosa como la tuya, sin embargo, sí es lo mejor que tengo, y así te la doy, acéptala por tu infinito amor.
Acción
Hoy, en cada decisión que tome me preguntaré: ¿Lo haría Jesús?, consciente de que es Jesús quien está viviendo en mí.
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LITURGIA - 18 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Verde
I Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo I
I Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 2, 14-18
Salmo 104
Evangelio Marcos 1, 29-39
“Extiende la mano”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Evangelio de la Liturgia de hoy muestra a algunos escribas y fariseos asombrados por la actitud de Jesús. (…) ¿Por qué Jesús no les presta atención? Porque para Él es importante llevar de nuevo la fe a su centro. Este llevar de nuevo la fe a su centro lo vemos continuamente en el Evangelio. Es preciso evitar un peligro que amenaza tanto a esos escribas como a nosotros: el de observar las formalidades externas dejando en un segundo plano el corazón de la fe. Muchas veces nosotros también nos “maquillamos” el alma. La formalidad exterior y no el corazón de la fe: esto es un riesgo. Es el riesgo de una religiosidad de la apariencia: aparentar ser bueno por fuera, descuidando purificar el corazón. Siempre existe la tentación de “arreglar nuestra relación con Dios” con alguna devoción externa, pero Jesús no está satisfecho con este culto. Jesús no quiere exterioridad, quiere una fe que llegue al corazón. (Ángelus del 29 de agosto de 2021)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.)
“Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”
Nos encontramos hoy ante un texto de la Escritura que me parece de difícil interpretación.
Con un lenguaje cultual al que no estamos acostumbrados, y sin que aparezca ni una sola vez el nombre de Jesús, resulta complicado situarnos en el sentido que puede tener la mención a Melquisedec, casi un perfecto desconocido.
No queda, pues, otra salida que leer y releer con detenimiento el capítulo 7 de la carta a los Hebreos, para intentar tener una idea del contexto en el que están insertos estos versículos y esperar de él alguna luz.
Por un lado el autor desvincula totalmente a Jesús del sacerdocio del pueblo de Israel, ejercido por la tribu de Leví, a la que Él no pertenece. Por otro lado, le vincula con un personaje muy anterior a la propia existencia del pueblo, del que no sabemos nada, pero que adquiere relevancia porque aparece en relación con Abraham, que le entrega los diezmos del botín logrado en sus batallas y recibe su bendición. Más importante, pues, que Abraham, el padre del pueblo. Alguien sin origen ni final conocidos, definido como sacerdote del Dios Altísimo, que le sirve para establecer un paralelismo con Jesús como el único y eterno sacerdote.
La intención parece muy clara. Aunque en los versículos que hoy escuchamos no le nombre, su objetivo es dejar claro que la salvación proviene exclusivamente de Jesús. No hay sacerdocio ni mediación que salve sino la suya. De una vez y para siempre. Sólo Él.
En un mundo poblado de gurús de todas clases, pongamos atención para no pretender buscar salvadores en forma de guías, maestros, consejeros o directores, padres y madres espirituales.
“Extiende la mano”
Estamos casi en los comienzos del evangelio de Marcos (capítulo 3) y Jesús se enfrenta ya a la oposición de los representantes religiosos de su pueblo.
La escena impresiona, por la tensión que subyace en el relato de Marcos, anunciada desde el comienzo. Jesús sabe que están esperando el momento propicio para poder acusarlo. Y este día lo tienen muy fácil. En la sinagoga hay una persona con una mano paralizada. Jesús viene realizando curaciones y será probable que también en esta ocasión lo haga, aunque sea sábado, y no esté permitido curar, según la interpretación de la ley que hacían sus contemporáneos.
Contemplamos la escena:
Jesús, al que le invade la ira por la dureza de corazón de sus paisanos, no cede ante el riesgo que corre. Cura al hombre de la mano paralizada. Tiene muy claro que lo que hay que hacer siempre es aquello que busca el bien y la salvación de las personas.
La gente que está en la sinagoga. Aquí ni siquiera nos dicen, como en otros pasajes, que quedaron asombrados y dieron gracias a Dios por la intervención de Jesús. El clima es hostil hacia Él. El prototipo de la “buenagente”, tan aferrados a las propias convicciones que se incapacitan para poder discernir el bien del mal, y convierten en mal el bien más precioso sólo porque no coincide con sus opciones, opiniones, puntos de vista… ¿Nos ocurre a nosotros, quizá, algo de esto?
La persona a la que Jesús cura. Alguien que, en principio, no ha pedido nada; que quizá prefería pasar desapercibido en aquel clima tenso… pero que accede a la petición de Jesús y se “expone”: Ponte ahí en medio.
De todos los que aquel día se encontraron con Jesús en la sinagoga, se diría que sólo a él le ha llegado la salvación. ¿Y nosotros? ¿queremos exponer nuestras zonas de parálisis, dejar que Jesús las toque y las sane?
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta a los Hebreos
Heb 7, 1-3. 15-17
Hermanos: Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, salió al encuentro de Abraham, cuando éste volvía de derrotar a los reyes, y lo bendijo. Abraham le dio entonces la décima parte de todo el botín.
El nombre de Melquisedec, significa rey de justicia y el título rey de Salem, significa rey de paz. No se mencionan ni su padre ni su madre, y aparece sin antepasados. Tampoco se encuentra el principio ni el fin de su vida. Es la figura del Hijo de Dios, y como él, permanece sacerdote para siempre.
En efecto, como Melquisedec, Jesucristo ha sido constituido sacerdote, en virtud de su propia vida indestructible y no por la ley, que señalaba que los sacerdotes fueran de la tribu de Leví. La palabra misma de Dios lo atestigua, cuando dice: Tú eres sacerdote para siempre, como Melquisedec.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 3, 1-6
En aquel tiempo, Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”.
Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?” Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.
Entonces se fueron los fariseos y comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes, para matar a Jesús.
Oración
Señor, ¿cómo pudiera responder adecuadamente y con gratitud a aquello que has ganado para mí? Diste tu vida entera para hacerme partícipe de tu vida inmortal; lo único que se me ocurre es ofrecerte mi vida entera, sé que no es tan grande y poderosa como la tuya, sin embargo, sí es lo mejor que tengo, y así te la doy, acéptala por tu infinito amor.
Acción
Hoy, en cada decisión que tome me preguntaré: ¿Lo haría Jesús?, consciente de que es Jesús quien está viviendo en mí.
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