Había una vez un okapi llamado Oliver que nació en el zoológico de Madrid, España. Desde su nacimiento, Oliver mostró una curiosidad inusual y una fuerte conexión con la naturaleza que lo rodeaba. A medida que crecía, su deseo de explorar el mundo se hacía cada vez más fuerte. Un día, mientras observaba a los visitantes del zoológico, Oliver escuchó hablar sobre el famoso Camino de Santiago. Se llenó de emoción al enterarse de la antigua ruta de peregrinación que llevaba a Santiago de Compostela, en el norte de España. Decidió que quería emprender ese viaje y descubrir los tesoros que le esperaban en el camino. Sin perder tiempo, Oliver comenzó su travesía. Salió de Madrid y se adentró en los hermosos paisajes del norte de España. A lo largo del camino, conoció a muchos peregrinos y compartió historias con ellos. Algunos se sorprendieron al ver a un okapi caminando junto a ellos, pero rápidamente se dieron cuenta de que Oliver era un espíritu libre y decidieron acompañarlo en su aventura. Oliver se maravilló con la diversidad de la naturaleza que encontraba en su camino. Desde los verdes bosques hasta los majestuosos ríos y las imponentes montañas, cada día era una nueva oportunidad para descubrir algo especial. Su presencia también alegraba a los demás peregrinos, que se sentían inspirados por su valentía y determinación. A medida que avanzaba, Oliver también enfrentó desafíos. Hubo días en los que el clima era implacable y el camino empinado parecía interminable. Sin embargo, la fuerza interior de Oliver y el apoyo de sus compañeros de viaje lo impulsaron a seguir adelante. Después de semanas de caminar, Oliver finalmente llegó a la majestuosa ciudad de Santiago de Compostela. Se sintió abrumado por la belleza de la catedral y la energía espiritual que inundaba el lugar. Había completado su viaje y se sentía lleno de gratitud y satisfacción. La noticia del okapi peregrino se extendió rápidamente por toda la ciudad y el zoológico de Madrid. Los medios de comunicación llegaron para entrevistar a Oliver y compartir su increíble historia de determinación y coraje. Oliver se convirtió en un símbolo de inspiración para muchas personas, demostrando que con valentía y perseverancia, uno puede alcanzar cualquier meta que se proponga. Después de su aventura en el Camino de Santiago, Oliver regresó al zoológico de Madrid, pero su espíritu de exploración nunca desapareció. Pasó sus días compartiendo sus experiencias con otros animales y visitantes del zoológico, recordando a todos que la vida está llena de sorpresas y que el mundo está esperando ser descubierto. Y así, el okapi Oliver vivió el resto de sus días, dejando una huella imborrable en los corazones de aquellos que tuvieron la fortuna de conocerlo y escuchar su historia extraordinaria. Su valentía y determinación continúan inspirando a otros a perseguir sus propios sueños y aventuras, recordándonos que no importa quiénes seamos o de dónde vengamos, todos tenemos la capacidad de hacer grandes cosas.José Pardal
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