Nacida un 24 de noviembre de 1930 en la localidad de Ólvega en Soria, España. Desde pequeña sintió un enorme llamado vocacional hacia las misiones cristianas, esto, según creía ella por su propia experiencia de infancia. Contaba en una ocasión que su madre cuando daba a luz viajaba al pie del Moncayo en Ólvega, esto por los abuelos y la casa, pero que en realidad su familia siempre vivió en Tudela, a orillas del Ebro. Fue así, como desde niña conoció muy de cerca la experiencia del establecimiento de los Jesuitas, por lo que “había visto desde muy pequeña por allí misioneros del Japón, de la India, de la China, que siempre nos ponían filminas, nos hablaban de las misiones, pues el Colegio de monjas de la Compañía de María donde yo iba, está justo al lado de los Jesuitas. Quizás a través de eso, y por gracia del Señor, he sentido siempre desde muy pequeña la llamada a las misiones”.

Para esta devota mujer, el ideal del cristianismo se resumía en un nombre: “San Francisco Javier”; y toda su aspiración era partir a las misiones, en especial a la India, a pesar de desconocer el porqué del vínculo con este lugar en específico.