Salmo 25:4 *”Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. 5 ¡Encamíname en tu verdad, ¡enséñame!, Tú eres mi Dios y Salvador; 6 ¡en ti pongo mi esperanza todo el día! 8 Bueno y justo es el Señor; 9 Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino. 10 Todas las sendas del Señor son amor y verdad para quienes cumplen los preceptos de su pacto”*.
Este salmo nos enseña unas hermosas palabras de oración de David, clamando al Señor, por una dirección sabía que le permita tomar el camino correcto. Esperar en Dios fué justamente una de las razones por las cuales David se hizo destacar por el creador, como *“aquel hombre conforme a su corazón”*. Porque para David, su seguridad y confianza estuvo plenamente depositada en el Señor, en cada aspecto de su vida. En Dios confió para alcanzar orientación e instrucción (v.5). En Dios buscó ayuda y encontró un refugio seguro (Salmo 33:20). Cuando fue perseguido, alcanzó en el Señor, la justicia y la victoria sobre sus enemigos (Salmo 37:7-11), siendo así liberado de las dificultades (Salmo 40:1-17). y así como estas, hubo muchas más situaciones que David enfrento confiado en Dios. Esperar en Dios significa que todo el accionar de nuestra vida se pone bajo la autoridad y dirección de Dios. Por tanto, cuando enfrentemos momentos de incertidumbre y no tengamos una clara dirección, recordemos lo dicho por David en la lectura de hoy cuando dijo: *“Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. ¡Encamíname y Enséñame tu verdad”*.